¿Reconocemos nuestras emociones antes de ser capaces de gestionarlas?
Pues lo cierto es que no siempre y es que sin ese conocimiento, es difícil saber cómo cambiar o mejorar algo en tu vida.
Te dejo a continuación un extracto de un video en el que hablo con mi compañera Inma Romero de eso precisamente:
Por eso es tan importante entender las emociones que sentimos, saber reconocerlas para desde ese prisma entender lo que podemos hacer.
Ante una misma situación no se reacciona igual si te sientes triste que si te sientes enfadado, que si te sientes alegre y en esa diferencia radica que nuestra actitud sea potenciadora o limitante, o lo que es lo mismo nos ayude a asumir nuestro día a día dándonos la fuerza y energía necesaria para asumir el reto o restándonos del coraje de asumir el reto, convirtiéndolo en un obstáculo insalvable.
Se trata de decidir como quiero afrontar una situación, desde que actitud potenciadora o limitadora me dirijo hacia el reto.
Y eso no quiere decir que la tristeza no me ayude y que solo busque la alegría, no, se trata de entender que desde la tristeza actuare de una forma muy diferente que desde la alegría y si solo según la circunstancia y lo que realmente quiera conseguir me será útil una, u otra.
¿Interpretamos correctamente nuestras emociones?
Nadie nos ha enseñado a reconocer nuestras emociones y mucho menos las de los demás.
Y no es que las emociones no sean reales, que lo son, lo que no es correcto a veces, es la interpretación que hacemos de ellas.
Ahí es donde nuestro olfato como el del perro de la foto en ocasiones se equivoca y sobre todo lo que supone de la información que nos dan esas emociones.
Nuestro cerebro está acostumbrado a reducir el esfuerzo necesario de interpretación de cada estimulo que le llega.
Así que genera atajos, coge esquemas generales y los compara y si son parecidos pues interpreta como iguales y sin más.
De esta manera, reduce el tiempo y la energía necesaria para interpretar cada estimulo.
¿Qué crees que ocurre con cada emoción que surge en nuestro interior, en cada segundo, en cada instante? Pues lo mismo que con la imagen, simplemente supone e interpreta comparando con lo que ya ha ocurrido en el pasado, y dando una respuesta similar a lo que en su momento ya funcionó.
Y es aquí donde la inteligencia emocional tiene aún más sentido, pues si aprendemos a gestionar las emociones de manera adaptativa y funcional, nuestro cerebro también aprende y en las próximas ocasiones en las que surjan esas mismas emociones podrá responder de forma automática con una respuesta mucho más óptima para nosotros.
Así que el primer paso es identificar nuestras emociones y hacerlo de forma adecuada, evitando los atajos que a veces toma nuestra mente y siendo conscientes de esa emoción.
Cuando hablamos de identificar nuestras emociones es importante que seamos capaces de entender y aprender un vocabulario especial.
Se trata de aprender términos y vocablos que tengan que ver con como nos sentimos, como nos comportamos ante esos sentimientos y emociones y entender que ocurre dentro de nosotros. Y por tanto, de ampliar nuestro vocabulario emocional y así entender los matices y diferencias entre cada sentimiento y emoción.
No es lo mismo:
Sentirse frustrado que sentirse enojado.
Sentir decepción por una conducta que sentir repulsión
Sentirse realizado que sentirse inspirado
Y esas diferencias hacen que seamos capaces de identificar correctamente nuestras emociones y podamos a partir de ahí decidir que hacer con ellas.
Ser conscientes es el primer paso, para poder identificar nuestras emociones A partir de ahí podemos ELEGIR y decidir que queremos hacer con esa emoción y como usarla en nuestro beneficio.
¿Cómo reconocer nuestras emociones?
No hay trucos, ni magia, solo observar y ser consciente de la emoción que nos inunda.
Podemos identificar las emociones de una forma racional y además podemos hacerlo a través de lo que sentimos en nuestro cuerpo, nuestras sensaciones corporales.
Es cierto que hay personas que son más sensibles a las sensaciones del cuerpo y otras que no, se trata solamente de estar pendientes y de ser capaces de identificar la sensación en tu cuerpo.
En 2014 se publicó un estudio científico realizado en la universidad finlandesa de Aalto que relaciona precisamente las emociones con las sensaciones corporales que sentimos, creando un mapeo corporal de las zonas donde sentimos esas emociones.
Aquí tienes el enlace a dicho estudio:
En conclusión
Cuando hablamos de aplicar la Inteligencia emocional a la gestión emocional estamos hablando de que el primer paso debería ser reconocer las emociones que nos inundan.
En este sentido hay que tener en cuenta que:
Como norma general nadie nos ha enseñado a reconocer nuestras emociones, aprendemos a través de lo que vemos en nuestros referentes, pero no porque nos lo expliquen o nos lo enseñen.
Identificar la emoción que nos inunda nos permite elegir que hacer con ella, salir del modo automático y tomar las riendas. Supone entender que no es lo mismos decidir desde una emoción que desde otra, que no se ve igual lo que nos rodea desde la tristeza, que desde la ira o desde la alegría. Y eso nos da un gran poder, el de decidir.
Es cierto que en ocasiones identificamos incorrectamente la emoción que nos embarga, y es lógico. La buena noticia es que se puede aprender a identificarlas correctamente.
Para hablar de emociones es necesario tener un #vocaubularioemocional rico en matices, que nos ayude a entender e identificar con precisión lo que realmente estamos sintiendo porque no es lo mismo sentirse frustrado que sentirse enojado, o sentir decepción por una conducta que sentir repulsión, o sentirse realizado que sentirse inspirado. Y eso lo proporciona un buen vocabulario.
Y es por ello tan importante identificar la #emoción, porque nos permite decidir que hacer con ella, nos permite por tanto gestionarla.
Más allá de nuestra parte racional, hay otra forma de percibir nuestras emociones, que es a través de nuestras sensaciones corporales. Existe un estudio que relaciona el lugar donde lo sentimos con una emoción concreta determinando que si se produce en un sitio o en otro podemos conocer que emoción nos invade.
Entender lo que estamos sintiendo, la emoción que nos afecta nos permite poner la intención y por tanto la decisión de qué hacer con ella. Por eso es tan importante identificarlas como primer paso, para evitar que pasen desapercibidas y que se conviertan en una somatización en nuestro cuerpo.